La trilogía tormentas, sequías y bajantes ocupó en los últimos meses la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública. La tormenta que azotó la región de Rosario y a la propia ciudad, con sus muertes dolorosas, los heridos y tantos evacuados, así como los datos de tanta destrucción y sufrimiento ciudadano, llevan a manifestar nuestra sentida expresión de solidaridad y nuestra más enérgica convocatoria para generar políticas activas frente a las catástrofes.
Por estos días y meses ante tanta tierra dolorida, tanta agua deseada, tanto padecimiento ciudadano, los medios de comunicación y también algunos especialistas enfrentaron el paisaje de tantas desventuras con información e interpretación de mero corte cuantitativo: pura matematización de los problemas que se soportan. Cuán larga es la sequía, cuán corta es la cantidad de agua que tiene el Paraná, cuánto llovió o dejó de llover, cuál es la velocidad del viento que tanta devastación produjo, a cuánto asciende la pérdida de los patrones de la producción agraria…
Claro que poner en información adecuada y rápidamente comprensible favorecería tomar en cuenta cierta dimensión del problema. Pero la pregunta de las preguntas, el saber que cuestiona e interroga la situación para inscribirla con perspectiva histórica y humana, es la pregunta de por qué la sequía tiene la dimensión colosal que adquirió, de por qué el río Paraná tiene la más grande bajante conocida cuando su ciclo hidrográfico de estos meses de verano es de creciente hasta llegar en marzo a su máximo caudal, por qué estas tormentas y vientos son tan devastadores y destructores en una región como la pampeana cuyo ciclo climático es de suaves pronunciamientos.
Esas preguntas fueron soslayadas o colocadas en zonas de penumbras. No faltaron los periodistas que manifestaran que la Madre Natura se cobra lo que le estamos haciendo. Poniendo en la misma bolsa a los 270 magnates que tienen una inmensa riqueza similar a lo que se reparte entre 2.500 millones de habitantes. Han sobrado los periodistas y especialistas que apuntaron las dificultades a meras cuestiones administrativas o de políticas instrumentales sobre el crecimiento económico.
Ante la Geografía enmudecida por los tatuajes insustentables inscriptos en la piel de la tierra arrasada en su biodiversidad, están las heridas de la transgénesis de la producción agraria. Está el Cambio Climático que no es una cuestión abstracta, producida por alguna culpabilidad bíblica. El Cambio Climático es la expresión de una cosmovisión del conocimiento al servicio de la depredación y de una organización de la producción y el consumo, fundados en la lógica del beneficio inmediato. Es el relato escrito por la Racionalidad Instrumental de la Ciencia Clásica y de la Economía Neoliberal que desconoce los límites de los ecosistemas y sólo sabe bañarse en los pantanos donde pocos ganan mucho, y muchos pierden tanto o todo.
El Cambio Climático es el escenario histórico de nuestro tiempo. El Cambio Climático no es una abstracción, tal como lo manifestara el investigador de la Universidad de Harvard, quien hace pocos días estuvo en la provincia de Santa Fe, y luego de escuchar las reflexiones de diversos representantes sociales y económicos- incluyendo al productivo agrario- expresara su perplejidad ante la incapacidad de relacionar el cambio climático con el proceso socioproductivo actual y con un concepción del conocimiento fundado en el economicismo depredador. A tal punto que concluyera que, en la Argentina, no había inflación. Sus interlocutores-comentó- quedaron sorprendidos por su afirmación a la que la vincularon con su “falta de conocimiento de las problemáticas de la realidad Argentina”. Entonces, el especialista universitario comentó: si en la Argentina hay inflación, también hay Cambio Climático. Sin embargo expresó su extrañeza por la imposibilidad de relacionar la destrucción de los equilibrios ecosistémicos con la aceleración vertiginosa de un modelo socioproductivo insustentable.
Desde la Escuela de Educación y Formación Ambiental “Chico Méndes” sostenemos que la crisis en las regiones pampeanas y chaqueñas asoladas por la sequía, la bajante de los ríos, la violencia inusitada de tormentas y por el deterioro preocupante de los cursos de agua superficiales y subterráneos, así como la vulnerabilidad en las condiciones de salud en áreas rurales y urbanas, se vincula con el cambio productivo en el sector agrario abierto por el Presidente Menem y su Secretario de Agricultura Felipe Solá, quienes a caballo del Neoliberalismo triunfante abrieron las compuertas de la producción agraria al vendaval de la producción genética, particularmente de Soja.
El mapa productivo agrario del país cambió vertiginosamente. El océano de soja rompió todas las fronteras productivas agrarias desmontando todos los obstáculos que se le presentaron. Miles de hectáreas de bosque cayeron bajo los golpes de furca de la sojización. Los ciclos agrarios quedaron subordinados a la homogenización de lo mismo, de lo igual, de la monoproducción sojera, ocupando todos los espacios, cerca de las ciudades, al costado de los caminos, en el corazón urbano de varias ciudades del sur santafesino, asesinando la biodiversidad natural y produciendo Refugiados Ambientales. Millones de litros de agroquímicos, altamente contaminantes- como el Glisfosato- se arrojaron sobre las tierras fértiles, sobre los cursos de agua; se quebrantó la Salud de los Ecosistemas. Solamente en la campaña agraria 2007/8 los patrones agrarios, la mayoría integrados a la Santa Alianza Campestre, derramaron sobre la piel de la tierra y con el sólo objetivo de aumentar sus inmensas ganancias, 170 millones de litros de Glisfosato.
Sobre el particular podemos decir que hace pocas semanas la justicia cordobesa se pronunció sobre la contaminación producida por el Glisfosato en un barrio de Córdoba, al comprobarse el aumento de cáncer entre los vecinos del lugar, especialmente en los más jóvenes. Las mujeres con pañuelos en la cabeza y los niños con barbijos forman el escenario de espanto que comprobara la justicia de esa provincia y decidiera que el “Derecho a la Salud está por encima del derecho a hacer Negocios”. Se condenó a los productores sojeros, hubo allanamientos a chacras y se secuestraron a los aviones genocidas.
Ante el dolor producido por la tormenta en Rosario y su región, ante la desolación de la seguía, es cierto que debemos reclamar para que mejoren las condiciones de detección de conflictos atmosféricos, es cierto que debemos exigir el equipamiento con instrumentos de última generación al Servicio Meteorológico Nacional, es cierto que debemos reclamar al Estado que tenga la organización eficaz para enfrentar los desastres que produce el Cambio Climático.
Pero lo que también es cierto es que para enfrentar esta crisis debemos reconocer que el Cambio Climático como expresión de la Crisis Ambiental, es la Crisis de un Modelo de Producción, de Consumo y de Conocimiento, de un modelo tecnológico como el implementado para aumentar las superficies cultivadas con soja transgénica, y de un modelo educativo que le es funcional.
Confrontar en este escenario implica avanzar en un campo minado por el poder; por un poder fundado en una concepción económica destructora de los ecosistemas, que enferma a la naturaleza y enferma a las personas, por un poder económico entramado en la urdimbre tejida por las multinacionales en alianza con el “complejo comunicacional”, que anuncian que este modelo productivo agrario es el único camino para resolver el problema del hambre en el mundo. Sin embargo ha sido, entre otros la OMS (Organización Mundial de la Salud), quien ha desmentido esta aparente certeza y ha confirmado que esa producción fundada en la sojización no sólo no destierra el hambre, sino que también fomenta la desnutrición en los niños.
Aquí mismo en Rosario, a través de diversas organizaciones de la ciudad, de distintas Facultades de la Universidad de Rosario como la Facultad de Ciencias Médicas, de investigadores prestigiosos, tantas veces silenciados, se ha difundido que este modelo productivo- en particular el agrario- por su potencia destructiva de la biodiversidad natural y cultural, coagulado en el unitarismo de la soja transgénica, que ha transformado la geografía diversa de nuestros ecosistemas en un Latifundio Genético, es uno de los factores fundamentales para acelerar el Cambio Climático, con sus consecuentes sequías, tormentas arrasadoras.
La pregunta en estos tiempos tormentosos plagados de incertidumbres es por qué hay sequías, por qué los ríos disminuyen su caudal en su ciclo de crecientes, por qué los vientos huracanados y las tormentas despiadadas van configurando una nueva e inédita cartografía climática. Éste es el debate. En tal sentido, la Escuela “Chico Méndes” convoca a todos los sectores para reflexionar y actuar ante el rumbo de la insustentabilidad. Enfrentar el Cambio Climático y sus manifestaciones en el barrio, en la ciudad, en el deterioro de la salud, en el desencanto de la vida, en la violencia creciente, implica entre otros derroteros del pensamiento subir hasta las cumbres de la región pampeana y de su llanura sojizada, para poder ver en toda su dimensión la hondura de la derrota que nos ha propinado la Racionalidad Instrumental con el vocabulario economicista y matematizado del neoliberalismo.
Rosario, ciudad del río marrón, 2009
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