Se dice que las políticas de gobierno son elaboradas a partir de la percepción de la realidad.
Esa percepción de la realidad hace que se formulen propuestas para modificar la misma con el propósito de logar el bienestar general.
La imagen horizonte de ese bienestar general varía según sea la ideología de quienes realizan las propuestas.
Antes del auge del neoliberalismo, los diversos partidos políticos presentaban sus “plataformas” que eran discutidas por sus afiliados.
Lamentablemente esto se ha debilitado y lo que ha cobrado mayor importancia son los impactos de imágenes televisivas sin debate profundo de ideas.
Otros actores con poder, y muchas veces con más poder que los gobiernos, como son las grandes corporaciones económicas y financieras, no enuncian sus políticas.
La realidad de cada día nos evidencia que las políticas son ejecutadas por diversos actores. Esto produce conflictos que generan tensiones entre los intereses de determinados sectores o corporaciones entre sí, y de ellos con el interés general.
Los grandes medios de comunicación, difundiendo noticias acerca de la crisis mundial de características inéditas desde el advenimiento del capitalismo, contribuyen a generar temores e incertidumbres en la opinión pública.
Todos los países se preocupan por esta situación. Los países llamados centrales, justamente los que han originado esta crisis, se ocupan tomando medidas “de salvataje” a entidades financieras. Tenemos noticias de los miles de puestos de trabajo que se pierden en los EEUU y en los países europeos.
El gobierno de nuestro país, como el de otros países de Sud América, trata que no se pierdan empleos y que no caiga el consumo interno.
Lo que trasciende de esta crisis no es la totalidad de la verdad. Pareciera ser que la angustia está provocada por la suerte que correrán instituciones caracterizadas por la voracidad especulativa.
Sin embargo, no se considera crisis a la indigencia extrema que lleva literalmente a la mortalidad por hambre a millones de personas en el mundo, al punto tal de naturalizarla como parte del paisaje.
Para el hambre no se destina ni una mínima parte de los billones de dólares o de euros que nos enteramos fluyen para “salvar” bancos y otras corporaciones.
Tampoco se consideran crisis las guerras llevadas por el imperio lejos de sus países con toda su carga de muerte, dolor, mutilados, enfermedades de todo tipo, angustias de toda la población incluyendo por supuesto sus niñas y niños, madres, ancianas y ancianos.
Lo único que se escucha son advertencias, propuestas y planes para afrontar “la crisis”, considerando de manera excluyente lo económico-monetario, impidiendo tener en cuenta otras miradas.
La Economía es mucho más que lo monetario, es la administración de la casa.
De lo que se habla nada o muy poco en las políticas, es justamente de nuestra casa.
Y sobre lo que ocurre en nuestra casa es imprescindible y urgente bucear en este instante de la Historia.
Se trata de tomar conciencia que estamos vivenciando la crisis de un modelo civilizatorio caracterizado por la depredación de la vida. A través de la Historia este modelo se ha manifestado con homicidios, genocidios, etnocidios y ecocidios. En definitiva, un modelo biocida.
La crisis del modelo civilizatorio dominante es de dimensión tal que la supervivencia de la especie humana está en riesgo. Pareciera que locamente nos dirigimos a un suicidio colectivo.
La sexta extinción se está manifestando desde la década del 90 por la acelerada pérdida de la biodiversidad, provocada por acciones humanas.
Deforestación, diseminación de agrotóxicos (llamados agroquímicos) , generación de gases y radioactividad, son algunas de estas acciones que están alterando de tal modo nuestra casa, que la estamos haciendo inhabitable para nosotros mismos.
Urge cambiar el centro de la atención. Históricamente el ser humano ha dominado ese centro, es decir que se trata de una civilización antropocéntrica (con más propiedad deberíamos decir androcéntrica)
Hoy deberíamos tener en el centro de atención a la vida misma. Es urgente disponernos a construir una civilización biocéntrica.
Si la primera especie a salvar es nuestra propia especie humana, lo primero es tomar conciencia que somos vida dentro de la vida. Si la vida es un entramado como nos dice el científico Fritjof Capra, nosotros somos sólo una hebra más.
No existen partes, todo es relaciones. Lo que nos advierte la ciencia es lo mismo que saben ancestralmente los diversos pueblos originarios del mundo.
Las políticas deben pensarse y en especial sentirse, como políticas biocéntricas.
Ya no basta con jerarquizar los derechos humanos y la justicia social. Es necesario priorizar los derechos de la vida toda, que nos incluye a los humanos. De la misma manera, se hace necesario priorizar la justicia a toda forma de vida, que incluye la justicia social.
Es perentorio que nuestros dirigentes tomen conciencia que hay una crisis mucho mayor que la monetaria. Es una crisis global de la vida.
Es necesario detener la deforestación, prohibir los agrotóxicos, modificar las pautas de consumo y también las formas de producción.
Debemos proponernos la generación de energías no contaminantes poniendo fin al empleo de los hidrocarburos y desmantelando las usinas atómicas..
El temor al colapso lleva a fomentar el consumo, por ejemplo de automotores.
Debemos superar el consumismo mejorando la calidad de lo que se consume, lo que significa un cambio drástico de las pautas de producción.
Quien escribe estas líneas considera que la Humanidad debe volver a la sabiduría de las grandes civilizaciones de este continente que existían antes de la invasión, las cuales prescindían del dinero.
En tanto evolucionemos hacia ese ideal, en este momento coyuntural, podrían cerrarse todas las fuentes de contaminación en el planeta, disponiendo que los trabajadores sigan recibiendo el mismo salario.
De la misma manera como surgieron cifras siderales para “salvar bancos” con la intervención estatal en países que de la no-intervenció n habían hecho un culto, se podrían destinar fondos para que las familias vivan dignamente en tanto se generan otras fuentes de trabajo.
Trabajos saludables, creativos, entre ellos la producción de alimentos para alimentar.
Aunque pareciera poco probable que propuestas biocéntricas sean asumidas aun por sectores progresistas en épocas preelectorales, siempre es posible que se den pasos hacia las mismas.
Lo que sí es muy posible y necesario, es la generación de políticas biocéntricas desde lo cotidiano, desde la intimidad de cada una y de cada uno, desde el poderoso encuentro con nuestros sentires de pertenencia, con nuestros anhelos de la continuidad de la vida de nuestra propia especie.
Estos sentires de pertenencia son los que generan otra ética, provocando otras actitudes ante toda forma de vida.
La crisis que está viviendo nuestro Planeta hace que el comienzo de la ejecución de políticas biocéntricas no tenga un instante de dilación
Hasta la Victoria de la Vida Siempre
Julio Monsalvo
No hay comentarios:
Publicar un comentario