Escrito por Alejandro Romero
Los alimentos de hoy, son sumamente peligrosos. Sin embargo, hablar de ello suele ser algo complicado. Los medios ridiculizaron a Evo Morales, cuando aseguró que los pollos de criadero eran inyectados con una gran cantidad de hormonas, cuyo único fin, es lograr el peso ideal en 30 días, cuando por vía normal demandaría 5 meses. No se equivocó al afirmar que tanto químico junto hace daño.
Incluso, incide negativamente en la vida del espermatozoide y tanta hormona femenina, puede afectar sexualmente a los machos de distintas especies. Si lo que injerimos nos alimenta ¿no asimilamos también estos químicos? ¿Y como reaccionan en nosotros? Esta es una verdad que en el campo científico se dice en voz baja. No porque sea mentira. A lo que le temen, es a la difamación y a como las corporaciones mediáticas manejan el tema, al punto de ridiculizarte. Esto hicieron con Evo Morales, y en pocas horas llenaron los espacios en todo informativo mundial generando la corriente de opinión de “si te metes en esto, haremos con vos lo que hicimos con Evo”. Sin embargo, miedo al ridículo o no, hay que hablar con la verdad como lo hace el Dr. Carrasco al denunciar que el mismo CONICET lo censura cuando trata de explicar la virulencia del glifosato. Los agrotóxicos son parte de un sistema productivo que afecta seriamente la salud humana. Al ser disruptores endocrinos, generan cambios irreversibles en la conducta sexual de los machos, ya que se comportan como hormonas femeninas. Esta química produce una gran cantidad de machos estériles e impotencia, sin contar las deformaciones, retardo y desórdenes de aprendizaje porque actúan desde el embrión. Llegamos a la situación actual, por haber perdido soberanía alimentaria, y producción de granos primarios.
Si la sociedad está lista para debatir el tema, debemos hacerlo sobre la base de la verdad, por más que sea manipulada por algunos medios de difusión. Hay que tomar el riesgo porque el futuro de muchos seres humanos esta en riesgo en estos momentos. Dejemos las trivialidades cotidianas, y nos enfoquemos en una discusión seria. Debemos recuperar la salud perdida en manos de corporaciones que nos enferman para luego vendernos el antídoto. Hablemos de estas cosas sin temor, y expongamos el tema a la población para que sepa al menos, elegir entre contaminación de alimentos con sustancias químicas nocivas, o el de una alimentación sana y sustentable. ¿Tenemos producción de alimentos sanos y sustentables? La respuesta es NO y aquí entra a colación el titulo de la presente.
Milagro Sala, es una mujer que ha sabido organizar una comunidad marginada por este sistema económico y social. De a poco, con tesón y trabajo, pudo convencer a la gran masa de trabajadores latentes, que la única manera de salir de la pobreza, era con dignidad y trabajo. Así fue que comenzaron a organizarse en cooperativas, y de allí nacen las propuestas de financiamiento para una gran franja de seres humanos postergados por el sistema.
Esta organización excepcional de una mujer humilde, nos tiene que hacer pensar que es posible recuperar soberanía alimentaria. ¿Quienes lo pueden hacer?, solamente ellos, sí, ellos capaces de tomar una pala y un pico y trabajar la tierra. Tenemos que incorporar en la propuesta a los pueblos originarios porque poseen cultura ancestral de obediencia por la madre naturaleza. Reconocen que la tierra es la que les da sustento, y le rinden homenaje. Debemos aprender de ellos este gran ejemplo de respeto y entrega, considerándose “parte” y no “aparte” de la creación.Si Milagro Sala pudiera organizar cooperativas agrarias con frutas y verduras sanas o cooperativas de siembra de semillas primarias, recuperaríamos de a poco soberanía alimentaria con la manufactura de productos de primera necesidad sanos. ¿Usted compraría alimentos orgánicos? ¿Optaría por consumir productos sin herbicidas, sin agrotóxicos, sin modificaciones genéticas que alteran los patrones celulares?. Imagine semillas tratadas con alternativas sanas como la tierra de diatomea. De este modo, dejaríamos de lado una especulación alimentaria impuesta por los popes de la industria química armamentista, que descaradamente aterrizaron en nuestros campos trayendo veneno y desolación.
La tierra de diatomea, es la alternativa a estos agrotóxicos que nos matan y envenenan. Tenemos que incentivar a nuestros jóvenes e intelectuales para que sigan esta línea de investigación, y propongan alternativas baratas al tratamiento de algunas plagas. Muchos jóvenes que hoy se inclinaron ante los demonios de la droga y el alcohol, esperan ser redescubiertos, su oportunidad. La oportunidad que ellos mismos se puedan dar, para sentirse útiles y salvadores de una sociedad corrompida por un sistema que parece no tener solución. Sin embargo la tiene, y el secreto está justamente en nuestros compatriotas más humildes, aquellos postergados. Si, serán ellos quienes nos ayudarán a salir de esta barbarie especulativa. Necesitan tierras, asesoramiento tecnológico, y la oportunidad de demostrar que son útiles para la sociedad y creo, que de la mano de muchas Milagro Sala, y de políticas de desarrollo reales, podremos de a poco hacer pie en nuestra
verdadera identidad, de una manera productiva, sana y prospera para todos.
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