martes, 18 de mayo de 2010

MASACRES E IMPUNIDAD

Jaime Idrovo Urigüen
Equipo ComunicándoNOS

Pensar en asesinos en serie, espeluzna al más fuerte de conciencia. Constatar los crímenes de humanidad, como etnocidios, genocidios, también discretamente, matanzas dichas como errores de guerra, avergüenzan nuestra condición de seres naturales. La inquisición pesará como plomo en la supuesta espiritualidad del Vaticano, que se ahoga en su propia aventura de poder y gloria; todos los monoteísmos y prácticas excluyentes tiene un ovillo de crímenes estrangulándoles la garganta. No existe un solo dictadorzuelo, incluso los modernos tiranos de fachada democrática, que no se tiñan de sangre en la memoria de sus actos. San Francisco, el místico de la naturaleza y desde luego Santo Domingo y tantos otros clérigos, tuvieron en Torquemada y Compañía Limitada de Torturas, los mejores ejecutores del martirio y la hoguera para los no creyentes de tanta basura apocalíptica.

Tiempos de usura espiritual y vacio de razones, que entre otras cosas, permitieron el triunfo de las modernas democracias, ocultas en trajes de sectas secretas y elogios al capital y los imperialismos de turno, como bien supremo de los grupos privilegiados, en desmedro de las grandes mayorías.
En alguna parte de Guatemala milenaria, sólo se escucha el silencio de los muertos y el grito de los sobrevivientes, sus hijos y memoria; también el leve crujido de los espíritus que no se rindieron, juntos todos, ante las masacres y, que poco a poco, se levantan como plantas de maíz después de la tormenta, para cumplir los ciclos de la tierra.
¡Qué Pueblo de persistencias y nunca dejarse morir!
¡Qué división de horizontes, cuando Guatemala sólo tiene ventanas infinitas como el Pacífico y el Atlántico: puertos de todo viajero que intenta los secretos del tiempo; esa suerte de obsesión Maya, ahora en la sangre de las calles de Tikan, Mixco, Iximché y Antigua; de ladinos y quienes pisan sus volcanes y lagos constantes, reconociendo la sangre de Guatemala.

¡Qué pueblo de masacres nacidas desde la supuesta imagen de sus leyes y dioses, que nunca fueron verdades y ahora terminan como esqueletos inventados por Hollywood, mientras los rituales del fuego son los únicos que permiten el ascenso de las frutas y los granos, del copal y el incienso hasta la pureza del espíritu de la vida.
!Qué ignominia de los invasores!
Por lo mismo, tiene que terminar el genocidio y la discriminación más irracional del Continente. En Ciudad Guatemala, la zona rica se nutre de las más selectas artesanías, que vienen del corazón del pueblo Maya, convertidas en obras anónimas y vitrinas para extranjeros que nunca beberán del maíz su esencia, ni el alimento dulce de sus granos.
Tiene que terminar la agresión contra sus tierras milenarias, sólo para satisfacer la voracidad del capitalismo, que con ojos de fuego, no entiende la sonrisa de los niños, las caricias de una madre a su terruño o la vida en su soplo de bosques.
Tiene que terminar el envenenamiento religioso del cristianismo, no importa si son las iglesias católicas, o peor aún, las sectas protestantes y evangélicas que suplieron a la persecución del ejército guatemalteco y sus masacres contra las aldeas Mayas, con el perfecto embrutecimiento de paraísos perdidos y culpas ni siquiera imaginadas, sumisión y obediencia.
Porque las masacres dirigidas por los dictadores Lucas García y Ríos Montt, en la primera mitad de la década del los años ochenta, siglo XX, a más de estar orquestadas y financiadas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, siendo genocidios hasta ahora impunemente olvidados por la conciencia mundial, no pueden repetirse.

Porque sobre todo, está en el calendario de los próximos años y las políticas que ejecutarán los imperios, especialmente el norteamericano, a pretexto de la defensa de una democracia espurrea y demencial, que no respeta ni los más simples sentimientos del ser humano y la naturaleza, la ocupación de los territorios en donde existen recursos mineros, imprescindibles para la supervivencia de su modelo de vida capitalista y los fuegos fatuos del orden mundial ¡cueste lo que cueste!Entonces, cómo no visualizar esas oposiciones perversas entre pobreza y despilfarro; dos mundos que se ven y se rechazan, pero que el segundo tiene la obligación de intervenir para que se abandonen el precarismo y las prácticas de pueblos que viven en el pasado. Forma de agruparnos en el círculo de la producción y de nuevo, el mundo capitalista, en donde, por lógica cristiana, unos son más y otros menos; total: el reino de los pobres no es de este mundo.
Porque se trata así mismo, de las economías con enfoques opuestos y dependientes de factores contradictorios, diferencias culturales, construcción de un escenario de vencidos y vencedores, repúblicas y pueblos aborígenes, progreso y atraso, religiones monoteístas y politeístas, civilización y masacres.
Todo un conjunto de vida y muerte que se torna favorable para las clases dominantes de un Continente sometido por una sociedad extranjera, que invadió estos territorios e impuso su orden, sin siquiera darse cuenta de los valores propios del mismo, salvo el oro y la plata que les calaba el culo y la conciencia.

Los que masacraron 627 aldeas y pueblos Mayas, no tienen el derecho de hablar en nombre de Guatemala, por más que se llenen la boca con el nombre de un dios que nadie conoce, aunque en la CIA y le Departamento de Estado de la USA ¡Sí! Se llama mister dólar.

¡Asesinos como Ríos Montt deben ser juzgados por el tribunal de La Haya, por genocidio y crímenes de lesa humanidad!
¡Ahora!
¡Exijamos su juicio internacional!

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